Socios vasculares periféricos

Enfermedad arterial periférica (EAP)

¿Qué es la arteriopatía periférica?

La enfermedad arterial periférica, o EAP, se produce cuando se acumulan depósitos grasos y calcificados, conocidos como placa, en las arterias que irrigan las piernas y los pies. Esta acumulación puede limitar el flujo sanguíneo y causar dolor y molestias. La arteriopatía periférica, que a menudo se confunde con la artritis o los problemas nerviosos, puede diagnosticarse erróneamente como diversas afecciones de dolor crónico en las piernas.

 

Aunque tanto los hombres como las mujeres sufren de EAP en proporciones similares, tiende a afectar más comúnmente a las personas de mayor edad. Los CDC calculan que aproximadamente 6,5 millones de personas de 40 años o más padecen EAP. Las personas con presión arterial alta, antecedentes de tabaquismo, diabetes y colesterol sanguíneo elevado también corren un alto riesgo de padecer arteriopatía periférica.

¿Cuáles son los síntomas asociados a la arteriopatía periférica?

El síntoma más común de la EAP es la claudicación intermitente. La claudicación intermitente es el dolor y los calambres en las piernas que sólo se producen mientras se camina y que desaparecen al detenerse y descansar. La causa fundamental de este síntoma es la obstrucción (estenosis) de las arterias de las piernas, que impide que la cantidad adecuada de sangre viaje desde el corazón hasta los músculos de las piernas.

 

La arteriopatía periférica también puede causar heridas de curación lenta, llagas o decoloración de la piel, pérdida de pelo en las piernas y dolor y ardor en los pies o los dedos. Los síntomas de la arteriopatía periférica suelen afectar más a una pierna que a la otra, aunque ambas pueden sufrir algún nivel de dolor. Si se ignoran, estos síntomas pueden empeorar y provocar graves complicaciones de salud, incluida la gangrena que requiere amputación. 

 

La arteriopatía periférica se diagnostica mediante una exploración física realizada por el médico de atención primaria, que buscará un pulso arterial débil o heridas que no cicatrizan correctamente. Si estas pruebas no son concluyentes, el médico puede solicitar un índice tobillo-brazo, que evalúa la presión arterial en los tobillos. También puede ser necesaria una ecografía o un angiograma para determinar si tiene EAP.